Cierta ocasión en una universidad había un joven cristiano que era un buen alumno y destacaba en gran forma en la universidad. Así paso el tiempo y un día uno de los profesores de este alumno lo invito a la oficina para conversar un rato, a lo cual este joven accedió, así el profesor le dijo que el era un buen alumno que solamente le falta un punto para ser el mejor de todos y por ser amigos el se lo regalaría. A lo cual el agradeció y a lo que se limitaba a salir de la oficina el profesor agarro una copa y la lleno de vino y le ofreció otra al alumno así le dijo brindemos por tu triunfo, pero el joven contesto me gusta ser el mejor, pero si para ser el más mejor de todos es necesario beberme ese vino prefiero quedarme como soy, Primero quiero ser el mejor para Dios, el profesor lo felicito y le dijo la verdad te mereces mucho más de lo que te he dicho hoy, pues has demostrado amar más a Dios que al mundo. Y eso es lo que quería comprobar.
Jovencito o Jovencita Cristiana, recordemos que somos la luz para el mundo, somos ejemplo para ellos, marcamos la diferencia no para gloria nuestra sino para que Vean que Jesucristo habita en Nosotros.
Que se nos van a presentar dificultades, en el trabajo, en el centro de estudio, o por donde vallas, pero recordemos siempre que Dios esta con nosotros siempre que busquemos hacer su voluntad.
Que disfrutemos de nuestros triunfos y logros pero con Cristo, para que sea una felicidad completa, que no se nos suba el orgullo a la cabeza pensando que somos lo mejor y dejemos de lado a Dios, que fue por Él que obtenemos todo. Recuerda que fuera de El nada podéis hacer.
Si para el mundo eres bueno en lo que haces, busca ser mucho más bueno y mejor para Dios.
Romanos 12: 12
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