jueves, 7 de agosto de 2008

LUCHAR HASTA EL FIN

Derrotando el desánimo
Nehemías 2:17-20

Cualquiera que sea nuestra posición en la vida, todos enfrentamos frustraciones que nos llevan rápidamente al desánimo. Y aunque todos experimentamos esto, algunos parecen estar afectados más tiempo que otros. ¿Qué hacer para minimizar nuestro desánimo? Primero, reconozca la diferencia que hay entre frustración y desánimo. La frustración es una respuesta emocional a una expectativa o esperanza fallida: nos frustramos cuando nuestros planes salen mal. Más serio es el desánimo, ese estado mental en el que nos volvemos unos acobardados y perdemos la confianza en nosotros mismos, en Dios, o en los demás. Esta condición puede darse cuando la frustración se maneja de manera incorrecta. Es importante entender que el desánimo es una elección. Podemos acostumbrarnos a la frustración y aceptar nuestro desánimo, o encararla y considerar nuestros recursos, como hizo Nehemías. Cuando éste se vio acosado por tremendos obstáculos en su intento por reconstruir los muros de Jerusalén, reunió a los oficiales y analizó los problemas que enfrentaban. Nehemías no era un optimista irrazonable, pero sí tenía confianza en la mano de Dios y en la palabra del rey (Neh. 2:17-20). Confiaba en que estos factores le darían el éxito si los trabajadores se levantaban y construían. Animados por este hombre, los oficiales se dedicaron a terminar el proyecto y a vencer el gran desánimo que los rodeaba. ¿Hay algún muro que necesite ser reparado en su vida? Dios, que está en usted es mayor que cualquier obstáculo que estorbe su reparación.

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